Advierten que México necesita 15000 km de nuevas redes de transmisión para integrar 20 GW renovables al 2030

La falta de infraestructura de transmisión es el principal obstáculo para el crecimiento de las energías renovables y el desarrollo industrial en México. Según el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PRODESEN) 2024-2038, se estima que para poder incorporar entre 15 y 20 GW de renovables al sistema eléctrico al año 2030, el país necesita construir por lo menos 15.000 kilómetros de nuevas líneas de transmisión, además de revisar y modernizar muchas de las existentes, incluyendo las subestaciones de servicio.
“Hoy no estamos preparados para absorber de manera eficiente los picos de generación variable”, advierte Usue Abad Contreras, especialista en energías renovables en diálogo con Energía Estratégica. Y explica que, aunque los costos de las baterías han bajado y el autoconsumo puede ayudar a aliviar el sistema, sin una expansión de la transmisión, la transición energética no será viable.
Las líneas de transmisión no han crecido al ritmo de la demanda. “Es más, no consideraron en su planeación la incorporación de la energía proveniente de fuentes renovables”, sostiene Abad Contreras. Recuerda que, cuando se diseñó el esquema inicial, la Generación Distribuida estaba limitada a 0,5 MW, y aunque hoy se permite hasta 0,7 MW con la correspondiente interconexión a la red, las líneas siguen siendo insuficientes.
La inversión necesaria es considerable. De acuerdo con Abad Contreras, “el costo por kilómetro de línea de transmisión en México varía entre 350.000 y 600.000 dólares, dependiendo del voltaje, la topografía y los derechos de vía”. Esto implica un gasto de entre 9.000 y 11.000 millones de dólares para la expansión de las líneas, a lo que se suman entre 1.000 y 2.000 millones de dólares adicionales para modernizar las subestaciones existentes.
La matriz energética mexicana depende actualmente en un 60% del gas natural, lo que representa un riesgo estructural frente a la volatilidad de precios y la seguridad de suministro. Esta situación no sólo genera un cuello de botella para las renovables, sino que también eleva los costos en situaciones de crisis energética, según advierte la especialista.
La demanda eléctrica crece a un ritmo sostenido. Según el Centro Nacional de Control de Energía, el consumo promedio aumenta un 2,9% anual. En 2023, la capacidad total del sistema eléctrico nacional fue de 90.000 MW, pero se requería capacidad para cubrir más de 110.000 MW en la demanda real. En términos de consumo, el país pasó de 351.000 GWh en 2023 a una proyección de 435.000 GWh en 2030.
Una medida reciente podría aliviar parcialmente la situación: el Acuerdo de Generación de Autoconsumo Interconectado publicado por la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria permite a los parques industriales desarrollar proyectos de autoconsumo de entre 0,7 y 20 MW. “Esto desahogará los cuellos de botella de las líneas de transmisión en zonas de desarrollo económico e industrial”, explica Abad Contreras.
Las zonas más críticas del país necesitan inversiones urgentes. En el Istmo de Tehuantepec, hay una alta capacidad eólica instalada que no puede ser evacuada al centro-sur por falta de nodos de interconexión. En Baja California, la prioridad es conectarse al sistema nacional. El Noreste y Noroeste poseen un enorme potencial solar y eólico, pero requieren inversión en transmisión y distribución.
En el Bajío y Centro Occidente, la alta demanda industrial podría beneficiarse del autoconsumo para liberar presión sobre la red. La Península de Yucatán, históricamente vulnerable, también necesita alternativas renovables apoyadas en almacenamiento.
Sin embargo, con una buena planificación se puede lograr que las fuentes renovables recuperen su tasa de crecimiento y tengan un papel preponderante dentro de la matriz energética del país, según manifiesta Abad Contreras.
Para lograrlo, México necesita un plan de modernización integral de la red. “Lo primero es enfocarse en la construcción de nuevas líneas de transmisión de alta tensión en zonas troncales y corredores regionales, y en la modernización y mantenimiento de las actuales que lo necesiten”, explica Abad Contreras. También destaca la necesidad de invertir en digitalización, redes inteligentes y sistemas de monitoreo en tiempo real para la gestión de intermitencias.
Un punto clave es el almacenamiento. La especialista señala que “se tiene que invertir en un almacenamiento consolidado, tanto de fuentes convencionales como de baterías, para regular las intermitencias y dar el soporte que requieren las renovables”.
Además, enfatiza la importancia de dar un mantenimiento certero a las líneas disponibles para evitar fugas y pérdidas técnicas, junto con la necesidad de reforzar las interconexiones con las penínsulas, especialmente Baja California y Yucatán.
La Ley del Sector Eléctrico contempla la participación del sector privado en la infraestructura, mediante contratos mixtos, asociaciones público-privadas o esquemas de inversión financiada, pero falta la emisión de la reglamentación secundaria y terciaria. “Lo más importante es que se garantice el acceso a la demanda y se consoliden los proyectos de autoconsumo interconectado”, sostiene Abad Contreras.
Finalmente, la ejecutiva concluye que México tiene recursos renovables competitivos y una demanda creciente, pero enfrenta limitaciones en transmisión, incertidumbre regulatoria y dependencia del gas.
“Con inversiones en infraestructura crítica, reglas de mercado claras y la integración acelerada de renovables con almacenamiento, México puede lograr una matriz diversificada, competitiva y alineada con la transición energética”, concluye Abad Contreras.
FUENTE: ENERGIA ESTRATEGICA